Cuando viene al mundo un nuevo cachorro trae grabado, en su
ADN, la información necesaria para sobrevivir, es decir,
los instintos innatos del animal. Estos instintos son exactamente igual
para todos los cachorros ya sean salvajes, semisalvajes o domésticos.
El primer instinto que sale a relucir es el de buscar el pezón de su madre para mamar y lo hace mediante el tacto y el olfato, pues nace con la nariz operativa (a los quince días abre los ojos y a los veinte los oídos). Según va creciendo cobran fuerza la curiosidad y las ganas de explorar. Al mismo tiempo y según su temperamento, va buscando su rol en el grupo, mediante los juegos con sus hermanos de camada y las lecciones de la madre. Una vez que adquiere la autonomía suficiente, va superando sus miedos para conocer su entorno y adaptarse a él. Según va creciendo se hace prioritaria la necesidad de explorar, aparece el instinto sexual, el de buscar alimento y el de proteger el territorio. Todo ello destinado a la supervivencia. Es importante destacar que, en base a cuales sean sus experiencias, irá forjando su carácter decidiendo siempre lo que más le conviene.
En el caso del perro doméstico hay una gran diferencia con sus hermanos salvajes y es que el entorno es completamente diferente.
Muchas de sus necesidades ya están cubiertas, no es necesario que salga de caza, tiene un lugar seguro protegido por su grupo humano…..etc. Pero sigue teniendo instintos, los cuales le servirán para irse adaptando, según se lo vayamos permitiendo, consciente o inconscientemente. Hay que destacar que la mayoría de sus comportamientos estarán marcados por "sus experiencias" y "su entorno". Un perro, independientemente de su raza, no nace agresivo, estresado, ansioso o con ataques de pánico. Estos estados de ánimo surgen por la manera en que el perro experimenta y asimila su entorno. Aquí cobra mucha fuerza nuestra relación con el animal así como nuestras reacciones ante sus comportamientos. Permitamos que experimente y asimile las cosas a su ritmo. Así aprenderá por sí mismo y con el tiempo se adaptará sin problemas. Cada experiencia vivida por el perro es un aprendizaje. Nuestro principal papel con él debería ser permitirle precisamente eso... que experimente para aprender tanto de sus "errores" como de sus "aciertos".
El primer instinto que sale a relucir es el de buscar el pezón de su madre para mamar y lo hace mediante el tacto y el olfato, pues nace con la nariz operativa (a los quince días abre los ojos y a los veinte los oídos). Según va creciendo cobran fuerza la curiosidad y las ganas de explorar. Al mismo tiempo y según su temperamento, va buscando su rol en el grupo, mediante los juegos con sus hermanos de camada y las lecciones de la madre. Una vez que adquiere la autonomía suficiente, va superando sus miedos para conocer su entorno y adaptarse a él. Según va creciendo se hace prioritaria la necesidad de explorar, aparece el instinto sexual, el de buscar alimento y el de proteger el territorio. Todo ello destinado a la supervivencia. Es importante destacar que, en base a cuales sean sus experiencias, irá forjando su carácter decidiendo siempre lo que más le conviene.
En el caso del perro doméstico hay una gran diferencia con sus hermanos salvajes y es que el entorno es completamente diferente.
Muchas de sus necesidades ya están cubiertas, no es necesario que salga de caza, tiene un lugar seguro protegido por su grupo humano…..etc. Pero sigue teniendo instintos, los cuales le servirán para irse adaptando, según se lo vayamos permitiendo, consciente o inconscientemente. Hay que destacar que la mayoría de sus comportamientos estarán marcados por "sus experiencias" y "su entorno". Un perro, independientemente de su raza, no nace agresivo, estresado, ansioso o con ataques de pánico. Estos estados de ánimo surgen por la manera en que el perro experimenta y asimila su entorno. Aquí cobra mucha fuerza nuestra relación con el animal así como nuestras reacciones ante sus comportamientos. Permitamos que experimente y asimile las cosas a su ritmo. Así aprenderá por sí mismo y con el tiempo se adaptará sin problemas. Cada experiencia vivida por el perro es un aprendizaje. Nuestro principal papel con él debería ser permitirle precisamente eso... que experimente para aprender tanto de sus "errores" como de sus "aciertos".
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