Cuando los perros se relacionan entre ellos sin intervención humana de por medio, la tónica general es la calma y la tranquilidad dentro del grupo. Entre ellos saben comunicarse, tienen las mismas necesidades y viven en función de ellas, se nutren de su entorno y aprenden cual es su lugar dentro de él. Son capaces de anteponer las necesidades del grupo a las suyas propias para que el engranaje social funcione como un reloj suizo. Los pilares principales son la colaboración y el respeto. Esto cambia cuando intervienen las personas. ¿Por qué ocurre esto?. Las causas varían en función del tipo de relación entre el perro y su referente human@. Subestimar al perro, no saber comunicarnos con ellos, intereses personales, utilización de herramientas inapropiadas y un largo etcétera son sólo algunas de ellas.
Mi objetivo es que podamos cambiar la visión que tenemos de nuestros perros para poder lograr esa convivencia gratificante y armoniosa que todos queremos y poder disfrutar de un verdadero amigo.
Respetémosles y hagamos un esfuerzo por entenderles..."se lo merecen".


domingo, 14 de diciembre de 2014

La referencia principal de un perro

Todos los animales, sin excepción (incluido el ser humano), tienen a lo largo de su vida, (según la etapa de desarrollo en la que se encuentren), una serie de necesidades que deben cubrir para lograr un correcto desarrollo tanto físico como emocional. 
Esto es lo que permite a cada animal, independientemente de su especie, adaptarse de manera satisfactoria al entorno que le ha tocado vivir, entendiendo por entorno el hábitat en el que viven y todos los demás animales del mismo, incluídos, por supuesto, los de su misma especie. Llegan a entender perfectamente ese hábitat y lo que es más importante aún, aprenden a relacionarse de manera armoniosa y satisfactoria con él.
Los perros no son una excepción.
Contacto materno, una correcta alimentación, protección, descanso de calidad (para poder reflexionar y asimilar las experiencias del día) y permisividad para interactuar con su entorno son los pasos indispensables en la vida de un cachorro que le permitirán sentirse confiado y seguro para adaptarse, a su ritmo, al hábitat que le ha tocado vivir. 
En estado natural, lo que necesitan y reciben los recién nacidos de la madre durante los primeros días es protección, contacto, calor y alimento en un ambiente de tranquilidad. hasta que sus pequeños cuerpecitos les permitan comenzar a salir de la madriguera para hacer sus primeras exploraciones,  La madre permite esas "escapaditas" alrededor del cubil sin intervenir directamente para que vayan conociendo, entendiendo y asegurando su entorno más inmediato. Juegan entre ellos, mordisquean y se relacionan. "Están aprendiendo". La ¿despreocupada? mamá "siempre" está atenta a cualquier peligro para sus retoños y estos aprenden rápidamente a entender las señales de peligro que esta pueda mandarles. Al no haber una constante intervención por parte de la madre, los cachorros reaccionarán al más mínimo aviso que esta dé y si la situación lo requiere, los "peques" correrán a esconderse en la oscura seguridad de la madriguera. LA MADRE ES, DURANTE LOS PRIMEROS MESES DE VIDA, "LA REFERENCIA" DE LOS CACHORROS (palabra clave en los primeros meses de vida de un animal social como el perro) en la que se apoyan estos cuando se producen situaciones nuevas. Primero la observan y después, si no hay peligro, curiosean.  
Poco a poco su innata curiosidad por conocer más ese entorno les hace ampliar sus horizontes a la hora de explorarlo y ahí comienzan a vivir nuevas experiencias, tanto positivas como quizás no tanto. Esas experiencias buenas y no tan buenas son las que van construyendo el "mundo" de esos cachorros y les permiten hacerse una idea de lo que pueden y no pueden hacer, de lo que les perjudica o de lo que les beneficia. Aparece una de las cualidades más importantes en la vida de un perro. La capacidad de tomar decisiones en base a lo que va experimentando. Se instala dentro del animal su arma más poderosa para poder adaptarse: 
La prudencia.
La cautela o la sensatez a la hora de tomar una decisión u otra no se consigue de la noche a la mañana. Es un proceso largo que todos los perros deben pasar para llegar a convertirse en adultos estables y equilibrados en todos los sentidos. Los perros que no tienen una relación directa con humanos (carecen del vínculo afectivo que se produce cuando nos hacemos cargo de un cachorro) son sumamente prudentes desde muy jóvenes pues se fijan en ese referente tan importante como es la madre, la cual los guía de forma serena y magistral durante los primeros meses de vida interviniendo solamente cuando es realmente necesario por la seguridad del pequeño. La madre permite, permite y permite que sus hijos, a su ritmo según su edad, investiguen, experimenten y se relacionen con su entorno. Se convierten en perros "perfectos" que no se meten ni dan problemas. Son tranquilos, seguros de sí mismos, independientes, entienden su hábitat a la perfección sea este el que sea.
Sabiendo esto podemos hacer una reflexión:
¿por qué hay tantos y tantos perros que no son capaces de adaptarse a su entorno cuando tienen como referente principal a un ser humano?
¿Sabemos ser esa figura de referencia tan importante en la vida de un perro?
A la vista está que algo falla viendo todos los casos que hay (algunos realmente graves) de perros inadaptados en entornos humanos. Es importante (si queremos cambiar y evolucionar en la relación con nuestros perros) que dejemos de echar balones fuera y no culpemos al perro por sus comportamientos.  Miremos hacia nosotros. Somos los verdaderos culpables de la correcta adaptación del perro en nuestro entorno. No busquemos más excusas sino la solución a "nuestro problema" de no saber ser esa referancia tan importante y vital en la vida de nuestros perros.

Los perros aprenden por sí mismos a ser prudentes y sensatos.

¿Cuando vamos a serlo nosotros también?

Míchel Merino. Educación canina



















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