Cuando los perros se relacionan entre ellos sin intervención humana de por medio, la tónica general es la calma y la tranquilidad dentro del grupo. Entre ellos saben comunicarse, tienen las mismas necesidades y viven en función de ellas, se nutren de su entorno y aprenden cual es su lugar dentro de él. Son capaces de anteponer las necesidades del grupo a las suyas propias para que el engranaje social funcione como un reloj suizo. Los pilares principales son la colaboración y el respeto. Esto cambia cuando intervienen las personas. ¿Por qué ocurre esto?. Las causas varían en función del tipo de relación entre el perro y su referente human@. Subestimar al perro, no saber comunicarnos con ellos, intereses personales, utilización de herramientas inapropiadas y un largo etcétera son sólo algunas de ellas.
Mi objetivo es que podamos cambiar la visión que tenemos de nuestros perros para poder lograr esa convivencia gratificante y armoniosa que todos queremos y poder disfrutar de un verdadero amigo.
Respetémosles y hagamos un esfuerzo por entenderles..."se lo merecen".


jueves, 31 de mayo de 2018

Comunicación canina


Uno de los factores  más importante para que una relación funcione es, sin lugar a dudas, una correcta comunicación.
Básicamente, el significado de comunicación es el proceso por el que la información, se transmite desde el emisor al receptor, el cual descifra e interpreta el mensaje recibido.

los perros y los humanos tenemos algo en común que no debemos olvidar nunca. Somos especies sociales, y dependemos de la comunicación para poder vivir en paz y armonía.
Por lo tanto es fácil deducir que, para poder vivir en sociedad es fundamental que exista una correcta y fluida comunicación.

Un problema realmente serio en la relación directa entre personas y perros es la falta de comunicación, y por tanto de entendimiento, con el animal.
En muchas ocasiones, no sabemos como hacer llegar a nuestro perro doméstico un mensaje concreto. Pero muchas veces, tampoco sabemos lo que nos está intentando transmitir el animal a nosotros.

Los perros, ni utilizan palabras para comunicarse ni las entienden. Esto parece obvio pero, aún así, en muchas ocasiones, seguimos basando la relación con el animal en nuestras manera de comunicarnos, es decir, en las palabras.

Querer convivir de manera armoniosa y gratificante con un perro doméstico, conlleva (entre otras cosas) que tenemos que hacer un esfuerzo por entender su lenguaje. Y eso sólo lo podremos hacer mediante la observación.

A través de una observación sistemática, adquirimos una herramienta realmente valiosa. Aprenderemos, a reconocer e interpretar correctamente las señales sonoras y corporales del perro, así como  a detectar algo más importante, si cabe, los estados de ánimo del animal
El día a día con un perro doméstico nos da infinidad de oportunidades para construir un bonita relación de amistad con él, ya que somos la referencia en la que se apoya el animal cuando tiene algún problema. Pero en esos momentos, tenemos que estar a la altura, y eso, sólo se consigue conociendo de verdad a nuestro amigo. Observación, observación y...más observación.

Saber cómo se siente nuestro compañero de cuatro patas en cada momento nos da la gran ventaja de que podemos actuar (o no) de una manera concreta o incluso anticiparnos ante situaciones que, en un momento determinado, le preocupen o todavía no sea capaz de gestionar. Esta actitud nuestra en el día a día, hace que aparezca el valor más importante en una relación que se precie. La confianza.




El perro adquiere la información mediante la vista, los oídos, el tacto y, de manera muy importante, a través de los  olores. Pero la interpretación que haga de dicha información, dependerá siempre de la situación concreta del momento, del contexto en el que se encuentre y sobre todo de su estado anímico y su experiencia.
La edad de un perro es fundamental a la hora de que este entienda, de una manera u otra, cualquier información que reciba del exterior.

Los perros utilizan una gran variedad de señales para informar a los demás cómo se sienten, y al igual que nosotros, reaccionan al estado anímico de aquellos con los que conviven.
Las señales de comunicación abarcan desde las más sutiles y silenciosas, como dejar olores o moverse de manera delicada, hasta las más evidentes, como pueden ser gruñidos o ladridos de mayor o menor intensidad.
Como ya hemos comentado anteriormente, sólo mediante nuestra observación sistemática del perro y todo lo que le rodea, seremos capaces de interpretar correctamente esas señales que el animal exterioriza de una manera u otra.

Cuando dos perros (equilibrados) que se ven por primera vez, interaccionan entre ellos, sus niveles de comunicación van de menor a mayor intensidad. Comienzan con movimientos muy sutiles y lentos, pudiendo llegar en algunos casos, dependiendo del contexto, hasta vocalizaciones más intensas.
Tenemos que tener claro que los perros bien asentados emocionalmente, son juiciosos y prudentes, y siempre harán todo lo posible por solventar, por la vía pacífica, cualquier situación embarazosa o potencialmente peligrosa que puedan tener con otro perro.

Por otro lado, si el perro que convive con nosotros siente que no es escuchado porque no nos hemos tomado el tiempo necesario en entender su "idioma", comenzará a dar muestras muy claras de estrés, pero si es al contrario y si que le comprendemos, podremos hacer pequeños cambios en nuestro lenguaje corporal ante él, consiguiendo grandes cambios en sus respuestas.

El objetivo final a la hora de comunicarnos con nuestro perro doméstico, siempre debería estar enfocado en que el animal pueda mantener unos niveles de tranquilidad y seguridad tales, que le permitan tener, en su día a día, la capacidad de gestión necesaria para adaptarse a cada situación.

Un buen comienzo para poder conocer un poco mejor a nuestro perro doméstico, puede ser leer este artículo de Turid Rugaas. Una pionera en el mundo de la comunicación canina.


LAS SEÑALES DE CALMA. Turid Rugaas

Llegar a entender a nuestro compañero de cuatro patas, es una de las experiencias mas bonitas y gratificantes que puede tener una persona que quiere y respeta de verdad a un perro.
Tenemos que hacer un esfuerzo por nuestra parte para lograrlo, pero, os aseguro., que MERECE LA PENA






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