Creo que no ha pasado un solo día de mi vida sin uno o
varios perros a mi lado. Incluso cuando nací ya había un enorme mestizo de
padres desconocidos junto a mi cunita. Se llamaba “Manolo”… bonito nombre ¿no?.
Una cosa para mí realmente importante, ahora que ha pasado tanto tiempo, es
saber que jamás mi abuelo “le enseñó” nada al “perrito”. Yo y mi hermana le
dábamos motivos todos los días para que se cabreara con nosotros. Le tirábamos
de las orejas, nos subíamos encima de él, nos metíamos dentro de su caseta a
dormir (con él o sin él). No tengo un solo recuerdo de algún mal gesto del animal. Lo que si tengo grabada de mi infancia en mi mente es una imagen.
Estoy durmiendo en un lugar oscuro pero al mismo tiempo totalmente seguro y
confortable, la caseta del perro y al despertar lo que veo es a “Manolo” sobre
sus cuatro patas. Imponente, majestuoso, ¿vigilante?... En cuanto me moví se giró
hacia mí y metió su enorme cabeza dentro del cubil.
El siguiente paso fue un lametón húmedo por toda mi cara. Esa sensación de cariño y amor sincero hacia mí, no la podré olvidar nunca. Han pasado muchos años desde entonces. Los perros son mi vida y volviendo la mirada hacia atrás en el tiempo reflexiono sobre cómo han cambiado las cosas en lo que respecta a las diferentes relaciones con nuestros perros. Yo también he cambiado mucho en estos años. Veo a los perros de una manera muy diferente que cuando era un niño. Mucha información a través de libros, seminarios de diferentes ponentes y cursos de educación canina han contribuido a que así sea pero lo que más me ha hecho cambiar mi visión de estos animales es, sin ninguna duda, tantas y tantas horas observándolos intentando siempre no juzgar lo que hacen en cada momento. Llega un momento que se interioriza simplemente el observar por el mero placer de hacerlo. Es así como realmente podemos llegar a entender a los perros y aprender sus códigos de comunicación y sus diferentes conductas para poder “hablar” con ellos de la mejor manera posible. Me he forjado un criterio propio de lo que es realmente un perro. Convivir con uno o varios perros e implicarse seriamente con ellos te hace verlos como realmente son. Ser conscientes de sus emociones y sentimientos iguales que los nuestros es un paso importante a la hora de relacionarnos con ellos. Esto hace que los veamos con otros ojos. Su sentido de la moralidad, sus miedos, sus inseguridades, los diferentes ciclos de su desarrollo con sus inquietudes y comportamientos,…etc, aparecen ante nosotros con total claridad y podemos actuar en consecuencia.
Sólo así lograremos algo fundamental en una relación que se precie... Confianza y respeto.
Míchel Merino. Educación canina
El siguiente paso fue un lametón húmedo por toda mi cara. Esa sensación de cariño y amor sincero hacia mí, no la podré olvidar nunca. Han pasado muchos años desde entonces. Los perros son mi vida y volviendo la mirada hacia atrás en el tiempo reflexiono sobre cómo han cambiado las cosas en lo que respecta a las diferentes relaciones con nuestros perros. Yo también he cambiado mucho en estos años. Veo a los perros de una manera muy diferente que cuando era un niño. Mucha información a través de libros, seminarios de diferentes ponentes y cursos de educación canina han contribuido a que así sea pero lo que más me ha hecho cambiar mi visión de estos animales es, sin ninguna duda, tantas y tantas horas observándolos intentando siempre no juzgar lo que hacen en cada momento. Llega un momento que se interioriza simplemente el observar por el mero placer de hacerlo. Es así como realmente podemos llegar a entender a los perros y aprender sus códigos de comunicación y sus diferentes conductas para poder “hablar” con ellos de la mejor manera posible. Me he forjado un criterio propio de lo que es realmente un perro. Convivir con uno o varios perros e implicarse seriamente con ellos te hace verlos como realmente son. Ser conscientes de sus emociones y sentimientos iguales que los nuestros es un paso importante a la hora de relacionarnos con ellos. Esto hace que los veamos con otros ojos. Su sentido de la moralidad, sus miedos, sus inseguridades, los diferentes ciclos de su desarrollo con sus inquietudes y comportamientos,…etc, aparecen ante nosotros con total claridad y podemos actuar en consecuencia.
Sólo así lograremos algo fundamental en una relación que se precie... Confianza y respeto.
Míchel Merino. Educación canina
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